[Opinión] El descontento de Beatriz Serrano.

Una comedia feroz sobre lo que el trabajo nos quita (y lo poco que a veces devuelve)

El descontento es una novela que incomoda, hace reír, provoca ternura y, sobre todo, nos obliga a mirarnos al espejo. A través de Marisa, su protagonista —una mujer joven atrapada en una oficina donde la alienación se disfraza de productividad—, Beatriz Serrano construye un retrato ácido y certero de lo que implica trabajar para sobrevivir, sin dejar espacio para vivir.

Marisa se mueve entre ansiolíticos, vídeos de YouTube, vino y sarcasmo, en un intento constante por sobrellevar una rutina que la vacía. Va a la oficina no por vocación, sino porque allí hay aire acondicionado. Odia su trabajo, pero no puede dejarlo: detrás del hastío, hay una necesidad de aferrarse a lo material, a lo estético, a esas “cosas bonitas” que hacen más tolerable el sinsentido.

La novela se convierte en un viaje hacia el colapso emocional de su protagonista, acelerado por la inminencia de un team building absurdo y la reaparición de una tragedia silenciada. A medida que avanza la historia, el lector asiste al desmoronamiento de esa fachada social que todos, en mayor o menor medida, aprendemos a sostener. Y ahí, en la grieta, aparece la honestidad más brutal.

Lo que diferencia a esta historia es su capacidad para conectar con una generación entera que se siente estafada por las promesas del éxito profesional. La narrativa es ágil, con diálogos cargados de humor negro y reflexiones que duelen porque son demasiado reales. La autora no esquiva temas como la salud mental, el feminismo mal entendido como herramienta de marketing, la presión estética, el agotamiento urbano o la precariedad disfrazada de «suerte por tener trabajo».

El descontento es ideal para quienes buscan algo más que entretenimiento. Es una lectura que invita a la introspección, a cuestionar el sistema y a reconocerse en las contradicciones de Marisa. Porque, seamos sinceros: ¿quién no ha sentido que su vida entera cabe en una bandeja de entrada llena de correos inútiles?

Una novela valiente, incómoda y necesaria, que nos recuerda que a veces estar “funcionando” no significa estar bien. Y que hablar de ello, aunque sea con humor y rabia, ya es un primer acto de resistencia.