[Reseña]: «El día que dejó de nevar en Alaska»

La autora Alice Kellen tiene un talento para entretejer historias románticas con la intención de mostrar lo maravilloso de las segundas oportunidades. En “El día que dejó de nevar en Alaska”, la protagonista, Heather, termina en un pueblo de Alaska llamado Inovik Lake, donde conoce la amabilidad de su vecino John, quien entrena perros de trineo y, además, le consigue un trabajo como mesera en el que uno de los dueños, Nilak, parece odiarla.

Lo fascinante de este libro también incluye la belleza de los nombres de los esquimales, todos con un significado profundo que refleja el estado del alma del personaje y lo sublime de este paraíso helado, con sus costumbres y gastronomía. La historia que la escritora construyó en Alaska no solo es una de romance; si bien entre los protagonistas surge un amor tierno y silencioso que crece poco a poco, también demuestra la fortaleza del ser humano y sus ganas de salir adelante cuando una avalancha se viene encima.

Para Heather aparece un amigo inesperado: Caos, un perro que se une a ella en espíritu para guiarla y ser un soporte a lo largo de toda su superación. A la par de lo que sucede en el presente, entre capítulos aparece la historia de Annie y Kayden, escrita a través del diario de la chica. En un principio, parece cortar la trama principal, pero luego, de manera inesperada, surge la conexión entre ambas historias, dejando al lector realmente con el corazón paralizado.

El día que dejó de nevar en Alaska es una historia de superación por parte de Heather y Nilak. Es un libro que habla de personas que tratan de avanzar, incluso con las cargas del pasado, e incluso con la imperfección de sus propios corazones.