Por Felipe Puerta
El arte de volver a ser, de Natalia Coronado, es uno de esos raros poemarios que no se leen: te acompañan. Desde la primera página, la autora abre un espacio íntimo donde la poesía deja de ser un enigma y se convierte en un abrazo. No pretende impresionar con metáforas rebuscadas ni juegos retóricos difíciles; su fuerza radica, precisamente, en todo lo contrario: en la claridad, en la honestidad y en una sensibilidad capaz de tocar fibras que creíamos dormidas.
Es un libro que conecta desde la empatía, desde esa capacidad tan humana (y a veces tan olvidada) de comprender el dolor, el miedo, la esperanza y las pequeñas rebeldías del corazón. Cada poema se siente como una conversación con alguien que ha estado ahí, alguien que entiende lo que pesa romperse y lo que cuesta volver a ser. Y esa cercanía no es algo común: pocos libros hoy logran mirar al lector a los ojos y decirle, sin artificios, “te acompaño”.
La belleza de este poemario está en su sencillez. Es fácil de leer, accesible incluso para quienes creen que “no son de poesía”, y sin embargo logra algo profundamente difícil: llegar a lo más humano que llevamos dentro. Sus versos no buscan elevarse sobre el lector, sino acercarse a él. Son palabras que sanan, que sostienen y que nos recuerdan que volver a ser uno mismo también puede ser un acto poético.
En un mundo lleno de ruido, El arte de volver a ser es un espacio de calma. Un libro que entiende, que acompaña y que, sin pretenderlo, se convierte en un refugio. Es poesía que no complica: cura. Y por eso, se queda con uno por mucho tiempo.
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Sobre el autor
Felipe Puerta
Fundador y director del medio digital Cementerio de libros.
Ad ganga med bok I maganum.
"No eres lo que escribes, eres lo que lees".