Por Rocio Romero
Never Let Me Go es uno de esos libros que te atrapan precisamente por lo que no te cuentan.
Comienzas leyendo sobre un grupo de chicos (Kathy, Ruth y Tommy) en un internado inglés llamado Hailsham. Todo parece normal: clases, amistades, celos, primeros amores. Es fácil reconocerse en ellos, en esa etapa de la vida donde uno intenta entender quién es y qué lugar ocupa.
Pero hay algo que no encaja. No sabes qué es, solo sientes una incomodidad leve, una sombra que crece a medida que pasas las páginas, como si todos los personajes conocieran un secreto que tú aún no.
Ishiguro no revela nada de golpe. Deja caer las pistas con delicadeza, casi con pudor, y cuando finalmente comprendes lo que está pasando, te das cuenta de que has estado dentro de una historia mucho más oscura, triste y profundamente humana de lo que imaginabas.
Lo brillante de la novela es su contención. No hay giros espectaculares ni escenas diseñadas para impactar. Todo sucede en voz baja, y precisamente por eso, te golpea más fuerte. Never Let Me Go se te mete bajo la piel sin hacer ruido, y cuando terminas, sientes una mezcla de ternura y desolación difícil de explicar.
Ishiguro consigue lo que pocos logran: que te importe más lo humano que lo extraordinario. Lo que al principio parece una rareza, acaba siendo sólo el telón de fondo de algo mucho más universal: la fragilidad de la vida, la aceptación del destino, la necesidad de amar, incluso cuando sabes que todo está condenado a desaparecer.
¿Qué significa ser humano? ¿Hasta qué punto aceptamos lo que nos imponen sin cuestionarlo? ¿Cuánto de nuestra vida está realmente bajo nuestro control?
No daré más detalles. Never Let Me Go es uno de esos libros que funcionan mejor cuanto menos sabes. Solo aviso: si disfrutas de las historias que comienzan con calma y terminan dejándote en silencio, mirando un punto fijo y pensando “espera… ¿qué acabo de leer?”, este libro es para ti.
Lo que más me impresionó fue la manera en que Ishiguro transforma lo cotidiano en una pregunta existencial. No necesitas entenderlo todo para sentirlo. Hay una belleza silenciosa en cómo los personajes aceptan su destino, y quizás ahí radique lo más perturbador: en reconocer que, de alguna forma, todos vivimos dentro de un Hailsham, fingiendo no saber el final de nuestra propia historia.
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Sobre el autor
Rocio Romero
De Galicia. Por el mundo. Nado entre palabras.
Leo para volar. Escribo para enraizar.
Oxímoron es mi palabra favorita: chispa que arde sin quemar.